jueves, 12 de agosto de 2010

Tragedia Minera San José.



El 2010 ha sido un año muy amargo para muchos chilenos, desde el Terremoto y Tsunami, pasando por el clima muy frío de este invierno; lluvias donde no es habitual que llueva; sin duda, condiciones que no estamos acostumbrados. Miles de familias padeciendo lo más duro que nos ha dejado la furia y el clamor de la Madre Tierra.


Hoy nuestro país ve con consternación, lo que está ocurriendo en el Norte de nuestro Chile, específicamente en la Minera San José.


La televisión, la radio, el Internet y en general los medios de comunicaciones nos acercan al drama de todo un pueblo, del dolor de las familias, trabajadores y amigos; y nos mantienen unidos en una sola causa y con un solo sentimiento, la Esperanza.


Me detengo en un aspecto fundamental del entorno que se vive alrededor de los trabajos para encontrar, (en el mejor de los casos), a los 33 mineros con vida, pero que en estricto rigor, sólo queremos la calma y la tranquilidad de las familias afectadas. Y este aspecto importante es el “dolor”.


La felicidad, la tranquilidad, reír, vivir el lindo momento, etc. Son expresiones más fáciles de transmitir. Todos buscamos de alguna u otra forma encontrar la felicidad.

Pero el dolor es la contraparte, es a lo que huimos constantemente. Frente al dolor aparece la rabia, la indignación, la pregunta y la respuesta inmediata sin razonamiento medido, la búsqueda de culpables que será los depositarios de la rabia, la pena el dolor. No estamos acostumbrados al dolor y tampoco estamos en búsqueda del sufrir.


“La angustia, como decía S. Freud no se siente, se padece”. Transitar por el dolor es caminar sin ver, sin escuchar, etc. Sin duda que la manifestación y el transitar del dolor es para todos distinta, la subjetividad humana hará caminar por caminos relativamente diferentes una misma causa.


Si bien los medios de comunicación acercan la información para todos los rincones de Chile, también nos aleja. “La palabra mata”, como decía J. Lacan. Y nos aleja de la posición en la que este puñado de familiares y personas afectadas se establecen ante los otros. Su posición es la del dolor, mí posición es la de la esperanza y así. En la medida que los medios de comunicación nos “comunican” de los hechos, también nos alejan. Y tratan y tratamos el discurso de los afectados desde mí posición, buscando mi propósito, que sin duda para un periodista es la de comunicar y esclarecer de la mejor forma y manera un acontecimientos, mientra más información tenga, mejor es la realización de mi “noticia”, y esto no es sólo marketing, es su trabajo y entiendo su labor.


Que la palabra no fracture lo más importante, “Mí Dolor, Tú Dolor, Él Dolor”.


Nos hemos visto azotados por el Terremoto, posteriormente por el Tsunami, los fríos insoportables y otros acontecimientos. Somos la cornisa de la América del Sur, no dejaremos que se caiga, la moral No, el Espíritu de fraternidad, Nunca.

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