sábado, 11 de septiembre de 2010

Opinión al muro de facebook a un amigazo.


De tanto leer noticias y comentarios en distintos medios sobre este tema, daré mi opinión sobre este y que quiero compartirlo en el facebook de mi buen amigo Kishibel. Primero, yo distingo entre conmemoración y festejo. En el lenguaje de ca ...da uno, dependiendo de la tendencia a las ideas conmemorables, será la resonancia permitida frente a estos 2 conceptos. Segundo, mi pega me hace analizar a mi Chilito como un gran paciente que se le cae parte de su agresión que se encuentra reprimida, por lo tanto se encuentra latente, chocando y molestando la barrera de lo permitido. Tomando en consideración lo planteado anteriormente y ahunando una opinión propia, de que "Chile debe caminar con memoria, pero sin violencia". El expresar la opinión no debería causar el grado de fastidio hasta el punto de agredir, violentar y matar. El conmemorar no debería terminar en violentar. Cuando conmemoramos y violentamos es por que no escuchamos, no dejamos oir algo de lo subjetivo, de lo propio, del "otro" que esta a mí lado. Actuamos como ese marido que le pega a su esposa, no la escucha, no le da lugar en el lenguaje, en este mundo, ni se le respeta lo propio, lo que nos hace diferentes. La herida pereciese estar tan abierta, donde esta "pulsión agrevisa", se desvanda sin control alguno. Para avanzar sin violencia es preciso sanar, sanar la herida, pero ojo, la memoria nunca olvida. Por eso creo que conmemorar un 11 de septiembre tiene que ser un acto pureza, en donde haya un respeto único por el otro. Cada cual tomará un camino distinto, pero el optar por un camino no nos puede causar este "odio infernal" por el que no está con mis ideales. Chile, un país acostumbrado a la violencia sin control, a sacarnos los ojos como palomas con hambre, a mirarnos como enemigos en caso de contrariedades. Sanar implica reflexionar, preguntarse y dar tiempo. Un chile con memoria es un país que da gracias por su pasado, por que por ese pasado, somo capaces de "ver" lo que no vimos. La violencia es un signo de enfermedad y no podemos permitir que nuestra sociedad se enferme por el sólo hecho de no querer dar un espacio subjetivo a esa palabra que roza y hace daño.

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